Es el año de la apoteosis de Rubén Darío: se publican Los Raros (Talleres de “La Vasconia”) y Prosas Profanas y Otros Poemas (Imprenta Pablo Coni e Hijos) cuyos gastos fueron sufragados por Carlos Vega Belgrano, quien entonces dirigía El Tiempo donde colaboraba Darío.
Aparte de las famosas “Palabras Preliminares” que sirven de manifiesto al libro, Darío publicó su respuesta a la crítica de Broussac sobre Los Raros en “Los Colores del Estandarte” (La Nación, 11 de Noviembre).
Prosas Profanas debió aparecer a fin de año y difundirse en el siguiente, cuando se suceden las críticas elogiosas. En este mismo año llega a Buenos Aires el otro joven poeta (el primero fue Ricardo Jaimes Freyre) que Darío habría de apoyar en vehemencia: Leopoldo Lugones, que se integrará el cenáculo de Aure’ Keller. El viaje a Córdoba, donde lee el poema “En elogio del 11mo Obispo de Córdoba, Fray Mamberto Esquiú”. El 15 de octubre da lugar a un escándalo literario que Darío reseñó en El Tiempo (19d e Octubre).